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jueves, 3 de marzo de 2011

Torres Gemelas, memoria e indiferencia

Diego Mora | Publicado el 14 de septiembre de 2010 El Colombiano

Leyendo en los diferentes medios y viendo los homenajes y conmemoraciones sobre el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, vinieron a mi mente imágenes de lo que me produjo ver las Torres Gemelas cubiertas de un espeso humo negro, los brazos apenas notorios de las personas atrapadas en los pisos más altos pidiendo ayuda y el salto al vacío de hombres y mujeres desesperados por salir de aquel infierno de llamas, que poco a poco consumió las dos moles de cemento y acero hasta desplomarlas.

Por esa época me encontraba haciendo mi práctica universitaria. De repente se escuchó un rumor, de esos que hacen tanto daño al trabajo del comunicador: "algo pasó en Estados Unidos, pregúntenle al periodista, él debe saber". Yo no sabía nada. De inmediato buscamos un televisor y pusimos los canales de noticias. Era cierto, no era un rumor, algo había pasado y ese "algo" cambiaría mi forma de ver el mundo.


Con la caída de las Torres Gemelas entendí que estábamos en guerra mundial. Esta guerra no se parecía ni a la primera ni a la segunda. Era más estratégica, pues no estaba declarada abiertamente y no se conocía al enemigo. Esta guerra cobarde, como todas, dejó aproximadamente 3.000 muertos en un solo día y en un solo ataque. Hasta aquel día yo vivía y entendía que en Colombia estábamos en conflicto.

El gobierno luchaba contra el narcotráfico y la guerrilla que se había apoderado, gracias al despeje, de una zona vital para su accionar cobarde y armado. Ver una y otra vez cómo se estrellaban los aviones, cómo explotaban y se desplomaban los emblemas de la Gran Manzana, fue para mí, y estoy seguro que también para todo ser humano con un poco de corazón, una escena desgarradora que aún y por siempre habitará en mi memoria.

Porque no debemos olvidar y dejar que todo pase y no pase nada. Ahora nos dicen que construirán 4 rascacielos y una estación de tren y que Donald Trump ofreció dinero para comprar un terreno y construir algún otro edificio de esos que a él le gustan y que diga por supuesto a la entrada su nombre, para que no quede duda de quién es el dueño.

Y en la Zona Cero estará el edificio más alto del continente americano con 104 pisos y una altura de 541 metros. Es claro que debemos seguir adelante y evolucionar, pero no debemos olvidar. Aquel martes "negro", nuestra historia cambió, pero no hemos asumido el cambio y estamos en el mismo punto.

Para acabar con el terrorismo, lo primero que debemos hacer es acabar con la insensibilidad, con la coyuntura de la memoria, con la indiferencia. Tenemos mucha vida por delante, nuestros hijos y sus hijos merecen un lugar digno en el cual vivir, así como el que nosotros encontramos al nacer.

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