Cuando fue padre su vida cambió. Sus prioridades adquirieron un solo rostro y un solo nombre. Cambió su visión del mundo, pues este se redujo a los ojos de aquella niña que lo mira cada día con amor. Se puso como meta, hacerla feliz y jamás decepcionarla. Piensa que va por buen camino cuando su pequeña corre a abrazarlo y le dice: te amo papi. A veces piensa que no merece tanta fortuna, que quizás ha recibido más de lo que merece, pero ya la vida lo ha premiado y ahora tiene un sentido: Mariana.
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