No conozco una sola persona en Colombia en sus cinco sentidos, y excluyo aquí a los terroristas que los tienen en perfecto funcionamiento pero los utilizan para hacer daño, que no desee vivir en paz.
No importa la raza, el color, el estrato social, su ideología política o el equipo de fútbol de sus amores, puedo asegurar que cualquier ser humano, cuerdo, quiere ver en los titulares de los noticieros y periódicos la gran noticia: Colombia en Paz.
Lo deseamos, rezamos, opinamos intentando contribuir en la consolidación de la democracia y nuestros actos apuntan a conseguir aquel Estado ideal que nos brinde la estabilidad y la tranquilidad de vivir en uno de los mejores países del mundo y hacerlo en paz.
No obstante, no tragamos entero y aunque deseemos como nadie que se logre esa meta, la misma de todos los gobiernos desde hace 30 años, nos negamos a que se consiga a cualquier precio.
Y me pregunto ¿cuál es el precio que pagaremos los colombianos en este nuevo proceso de diálogo con el terrorismo? ¿Estamos preparados para otro fracaso? ¿Estamos preparados para el éxito?
Tras dos años de gobierno, Santos permitió que se debilitara una política exitosa, la de Seguridad Democrática y no conforme, impulsó en el Congreso un acto legislativo que le allanase el camino hacia el diálogo: el Marco Jurídico para la Paz, punto de partida de esta negociación. Lo increíble es que el Presidente nos diga que debemos aprender de los errores del pasado y su proceso empiece con el más grave de la fracasada negociación en el Caguán: no exigir el cese de hostilidades.
Así que nuestro futuro parece que será este presente: un terrorismo fortalecido y envalentonado y un Estado poco combativo que sentirá miedo de que los diálogos se rompan.
Santos lo dijo: “quiero pasar a la historia como el Presidente que consiguió la paz” y aunque es su deber constitucional intentarlo, la crítica es por la forma y el momento de la negociación. Además es reprochable el hermetismo, porque un tema que afecta a millones de personas no puede discutirse a sus espaldas.
¿Queremos paz? Sí, pero con reglas claras. Primero, el gobierno debe exigir el cese total del terrorismo y el narcotráfico. Segundo, garantizar que no haya impunidad. Tercero, sometimiento a la justicia. Ahí empieza una verdadera negociación.
Por último: está claro que a las Farc no se les puede creer ¿por qué insiste Presidente Santos en hacerlo? ¿Es este el punto de partida de su campaña hacia la reelección? ¿Qué parte de esta historia no nos está contando?
@DiegoMorita