No está mal soñar, idealizar y
visualizar un mejor mañana, un futuro prospero, una ciudad perfecta en la cual
vivir. Es válido trabajar por los sueños, así parezcan
imposibles de lograr, porque dicen por ahí que quien persevera alcanza.
Medellín es una gran ciudad.
Bonita, limpia, su gente es amable, todo queda cerca y es relativamente barato
vivir aquí. Nadie, ni el mayor opositor de las últimas cinco administraciones,
puede negar el avance que se ha dado en infraestructura, vías, sistema
integrado de transporte y eventos internacionales, por citar algunos casos. No
obstante la otra cara de la moneda nadie, tampoco, la puede desconocer.
Un video de 3 minutos en el que
aparece un extranjero, Philip Pape de Alemania, respondiendo unas preguntas
sobre Medellín, ha causado polémica por lo que él expresa, según su percepción
y que es absolutamente valida, sobre la ciudad. Tal vez muchos de los que
vieron este video y pusieron el grito en el cielo no saben que Philip estuvo 2
meses en Medellín de turista y lejos de seguir una costumbre de buscar lujos,
pasó sus vacaciones en el barrio Manrique Central.
El video lleva como título: Turismo Intrínseco: una perspectiva
diferente sobre el Medellín turístico, realizado para la Universidad de
Medellín sobre "Una opinión de Medellín", a manera de una perspectiva
diferente o muy inusual sobre la ciudad, tal y como lo señala su realizadora,
Laura Ángel, en la descripción del video en Youtube. (Vea aquí el video http://www.youtube.com/watch?v=vivIn_zI9NU&feature=share)
Queda claro que se pretendía
mostrar otra mirada de la ciudad, desde los ojos de alguien que la visitó, la
recorrió y como ser humano se hizo a una opinión, lo cual no es ningún delito y
no debería generar polémica. No debería, pero vivimos en una ciudad que hace
parte de un país que se indigna porque si y claro, porque no también.
Pero la generó, la pregunta es
¿por qué? Sencillo, porque el ego de Medellín logró que muchos se metieran en
una burbuja, que se fueran a vivir en una nube y cada vez que sienten amenazada
su zona de confort, lo más fácil es salir a negar, minimizar, esconder y decir
“aquí no pasa nada, aquí todo está bien”.
¿Recuerdan el artículo del
periódico El País (España)) en el que describían que en Medellín había 5000
sicarios que cobraban sumas irrisorias por asesinar? Pues la primera reacción,
digamos que normal, del Alcalde Gaviria fue salir a medios a desmentir esa
investigación y hasta se “enfrentó” con el autor por las cifras que
periodísticamente eran unas y oficialmente otras. No sé cuántos sean los
sicarios en Medellín ni cuánto cobran por asesinar, pero sé que la inseguridad
va en aumento, que más de 250 combos criminales controlan la periferia, cobran
vacunas a comerciantes, extorsionan, matan niños por cruzar las malditas y mal
llamadas “fronteras invisibles” y que ante toda esta evidencia, ante los
muertos diarios, las denuncias de una ciudadanía cansada y el miedo que invade
nuevamente las vidas de quienes en Medellín vivimos (o sobrevivimos), el
Alcalde le responde a una periodista, que le pregunta por las vacunas a
taxistas, que si ella no escuchó las palabras de la señora Hillary Clinton. ¡No
hay derecho!
Medellín tiene unos
espectaculares colegios de calidad, son construcciones bellas, modernas,
grandes (ya quisiera que me hubiera tocado un colegio de esos) pero de qué
sirven si los niños no pueden ir a estudiar por miedo.
Medellín tiene una gran oferta de
taxis, la mayoría son vehículos nuevos y cómodos pero para qué ofrecer un buen
servicio si los dueños y conductores tienen que pagar un porcentaje por carrera
a los criminales que se adueñaron de algunos barrios.
Medellín es una gran ciudad, lo
repito una y mil veces sin cansarme de hacerlo, pero actualmente pasa por una
profunda crisis que, como dije en un artículo anterior, radica en la falta de
liderazgo de su Alcalde, situación que redunda en una excesiva confianza de las
estructuras criminales que hoy en día manejan la ciudad. No me refiero a que la
controlen, pero si han logrado que con su accionar se evidencie la realidad que
pretende la administración tapar con sus boletines de prensa.
Y no es solo el tema de
seguridad. Lo que en años pasados se había logrado consolidar socialmente hoy
vuelve a ser un problema. Un mes y medio después de iniciadas las clases aun
hay niños sin matricularse. El año pasado las personas mayores estuvieron más
de 8 meses sin recibir subsidios, ni el paquete alimentario. El mes del Adulto
Mayor, que se realizaba en agosto con más de 100 actividades lúdicas y
recreativas para los abuelos, desapareció sin explicación. Y ojo, aquí me
refiero a población vulnerable y que sobrevive con la ayuda del Estado. Y doble
ojo, solo cito tres ejemplos pero hay más, mucho más…
Pero de lo anterior pocas
personas se enteran porque esto no sale en los medios y es mejor mantener esta
información en un bajo perfil para evitar que la máscara que se le pone a la ciudad
se quiebre y se evidencie la incapacidad gerencial del Alcalde. Nada hace más
daño que la falta de planeación ¿de qué han servido las vice alcaldías creadas?
¿La secretaría de seguridad qué resultados tiene para mostrar? ¿Cuál es el
estado actual de las finanzas de la ciudad? ¿Cuánto han aumentado los gastos
administrativos?
Entonces cuando un video, un
corto video, saca de contexto la porcelana delicada en la que metieron a la
ciudad la respuesta es indignarse pero jamás buscar soluciones.
La burbuja en Medellín ya se
reventó, solo que es más fácil ignorar que eso haya pasado y seguir en las
mismas que buscar cambiar el rumbo y tomar otro camino diferente al elegido, antes
de que lleguemos al límite que indica el final y leer el triste aviso de “sin
retorno”.
@DiegoMorita