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jueves, 4 de abril de 2013

Un tintico...

Por DIEGO MORA | Publicado el 03 de abril de 2013 El Colombiano


Creo en la buena voluntad del vicepresidente Angelino Garzón cuando propone que Uribe y Santos se sienten a tomarse "un tintico". Él es una persona con un carácter conciliador y que tiene facilidades para la negociación, experiencia adquirida por sus años como sindicalista y que bien ha sabido aplicar en este periodo de gobierno, pues no podemos olvidar que gracias a él se conjuró con éxito el paro camionero de 2010 y más recientemente el paro cafetero. Ojalá a Angelino lo escucharan más y lo ignoraran menos.


No obstante, se equivoca el vicepresidente y, al igual que él, muchas personas del alto gobierno, los gremios y la sociedad cuando piensan que la distancia entre el expresidente Uribe y el presidente Santos es cuestión del ego y anhelo de poder del primero y que sus críticas se sustentan en vanidades personales que pueden ser olvidadas mientras se toma "un tintico" con quien lo reemplazó.

La distancia que ha puesto Uribe con el gobierno Santos es una cuestión de principios, de ideología y de coherencia entre lo que se dice, hace y se representa. 32 meses después de llegar a la Presidencia, Juan Manuel Santos ha gobernado con las ideas contrarias a las que lo eligieron y mal haría Uribe en compartir este giro en "U" (todos estos giros siempre son a la izquierda) pues en más de 30 años de servicio público él ha sido consistente con sus ideas, planteamientos y ejecuciones. 

Hace poco escuché al exvicepresidente Francisco Santos decir que Juan Manuel ha sido coherente con algo y es hacer todo lo contrario a lo que prometió, y tiene razón. Estamos ante un gobierno impredecible, de ofrecimientos, de cero ejecuciones y que con su accionar permitió que la confianza de los colombianos se transformara en miedo, desesperanza e incertidumbre, preguntándonos todos los días ¿y mañana qué?

Desde este espacio hago un llamado para que empecemos a cambiar la forma de ver e interpretar la política. Este bello ejercicio, tal vez el más antiguo de la historia, no puede desarrollarse al vaivén de las circunstancias que nos trae el día a día, ni alimentar orgullos personales, ni deseos históricos de reconocimiento. La buena aplicación y la honestidad en el ejercicio de lo público traen consigo estas recompensas, que jamás serán otorgadas si se buscan por la fuerza y en contravía del bienestar general.

Por último: los problemas del país, el retroceso en todos los sectores y el desasosiego de cada mañana al levantarnos van más allá de este o aquel nombre y no desaparecerán por arte de magia y mucho menos con "un tintico".

@DiegoMorita

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