En este espacio he sido un crítico frecuente, siempre respetuoso, de Juan Manuel Santos. Creo que desde hace tres años lo único que ha hecho es cometer errores sin ponerse colorado al menos, lo que a mi modo de ver y entender tiene sumida a Colombia en una profunda crisis institucional, social, política y democrática.
No hay duda, el hoy Presidente es una persona distinta a la que conocimos en el Ministerio de Defensa y posteriormente en campaña. Allí se mostró como no era y el país le creyó, nueve millones de uribistas le depositaron su confianza, no para que se convirtiera (como algunos opositores quieren que parezca) en un títere de Uribe, sino para que continuara por el camino exitoso que se forjó entre 2002 y 2010, lleno de errores claro que sí, pero con muchos aciertos que lograron que retomáramos la confianza.
Los colombianos sabemos de dónde venimos, pero en los últimos tres años no sabemos para dónde vamos. Estamos llenos de incertidumbre porque nos cambiaron la lucha frontal contra el terrorismo (con indulgencia ante la desmovilización) por el diálogo lleno de concesiones para los criminales y se abandonó el contacto directo con los ciudadanos por las reuniones de unos pocos. Los actuales Acuerdos para la Prosperidad distan mucho de los Consejos Comunales en los que por más de ocho horas se escuchaba la problemática de cada región y se buscaban de manera conjunta soluciones. Hoy, cada ocho días, Juan Manuel Santos más que escuchar (secreto del gran político) intenta mostrarnos algo que no existe, les permiten hablar a unos pocos, y casi siempre, filtrados ciudadanos y muy pocas soluciones ofrece. Para la muestra un Gramalote.
El país pasa en la actualidad por un momento crítico. Hace unos días alguien me dijo que junto con el anuncio del fallo de La Haya, esta era la peor semana del actual mandatario. Al "tal" paro que no existe, su anuncio perverso de querer refrendar los acuerdos de La Habana (acuerdos que no existen) el mismo día de las elecciones parlamentarias, la respuesta de las Farc diciendo que no están de acuerdo y parándose de la mesa, se le sumó la masacre de 14 militares en Arauca a manos de ese grupo en el que Santos parece confiar tanto (no olvidemos que a ellos hay que creerles). Sí, esta es una mala semana para Santos pero lo peor no es eso, lo peor es que no sepa reconocer sus errores y continúe inmerso en su país de las maravillas.
Por último: si a Santos le va mal, al país le va mal, por eso jamás he deseado que fracase. Lo que sí deseo hoy es que este gobierno acabe pronto y que Colombia pueda retomar el rumbo, así, a todos nos irá bien.
@DiegoMorita