Creo en la política de ideas, de propuestas y basada en la honestidad de quien expresa esas ideas y hace esas propuestas. No me interesa un político que habla bonito, que tiene muy buena dicción y eleva el tono de la voz para hacer énfasis en las partes importantes de su discurso, pero que por debajo de la mesa está haciendo cálculos para lograr la victoria. Prefiero perder manteniendo mis principios que ganar y deberle esa victoria a la politiquería que tanto daño nos ha hecho.
Creo en la transparencia del ser humano que quiere servir. Así entiendo la política, como un sinónimo de servir y no de servirse, de aprovechar cualquier hueco para meter la cabeza y sacar un beneficio personal, a eso nos acostumbramos en Colombia pero yo no lo acepto ni lo aceptaré jamás.
Creo en la coherencia entre lo que se dice y se hace, es la lógica de la vida: pensar, decir y actuar en consecuencia. Tenemos que evidenciar a aquellos que van en contravía de esa lógica, porque son ellos los que están mal, sobre todo si se dedican a lo público y si quieren hacer leyes o gobernar un país.
Creo en la autenticidad, en actuar con el corazón, en no tener miedo a desnudar el alma. Un político es un personaje público, incluso su privacidad queda expuesta porque cada actuación, así sea de puertas para adentro, refleja su condición y está claro que no se puede ser uno en la calle y otro en la casa. La gran mayoría de nuestros representantes en la política actual, no han entendido esta situación, por eso vemos como abusan de su posición cuando los sorprenden en actos propios de su vida privada; ejemplo: en estado de embriaguez.
Creo en la férrea defensa de las convicciones. En que se puede ser firme en lo que se cree sin violentar a los demás. La política es persuasión, pero debe hacerse con sinceridad. Persuadir sin sobornar (como es común hoy en día) sino con ideas. Las viejas prácticas de regalar mercados o comprar un voto siguen vigentes, pero hay que acabar con ellas.
Creo que sí se puede cambiar y renovar la política en Colombia. Muchos de los hoy preinscritos para llegar al Congreso son una muestra de ello; no obstante, la política es muy bella pero el ser humano se encarga de dañarla. ¡Eso tenemos que cambiarlo ya…
Por último: eso de que la política es dinámica es un cuento que nos estamos tomando muy en serio. Reglas son reglas y los acuerdos se respetan, no podemos ir por la vida cambiando de opinión, como cambiando de ropa.
@DiegoMorita
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/C/creo/creo.asp
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