Humberto De la Calle, negociador estrella del Gobierno colombiano en La Habana, explicó en días pasados lo que representa el acuerdo sobre el punto dos (participación política), al que llegaron con las Farc después de más de un año de negociación.
Son veinte cuartillas que contienen el acuerdo y que se pueden resumir en tres puntos: garantías, participación y cambios en el sistema político.
Según De la Calle, las garantías buscan allanar el camino para que el Gobierno presente un proyecto de Estatuto de la Oposición. No se entiende para qué gastaron tanto tiempo en esto si nuestra Constitución lo establece claramente; parece que olvidaran de forma amañada el artículo 112 que establece: “los partidos y movimientos políticos con personería jurídica que se declaren en oposición al Gobierno, podrán ejercer libremente la función crítica frente a este, y plantear y desarrollar alternativas políticas”. ¿Acaso no es más fácil hacer cumplir la ley vigente que ponerse a inventar nuevos mecanismos que les sirvan solo a las Farc?
La participación aseguraría una revisión del sistema actual para que haya más incidencia en la formulación de políticas públicas. Esto va ligado al primer punto de la agenda (aunque nadie lo reconozca) sobre el agro. Nada mejor para los grandes despojadores de tierras que tener incidencia en las decisiones sobre lo que más les conviene.
Los cambios en el sistema político, sean los que sean, son un triunfo para una organización terrorista. Las Farc lograron arrodillar al Estado colombiano, consiguieron que se negociara bajo sus condiciones. Todos los días le midieron el aceite a un Presidente laxo y que lo apostó todo por este proceso, sin medir las consecuencias y sin escuchar el clamor de millones de ciudadanos que queremos la paz pero no bañada de impunidad. Queremos una paz justa no una paz a cualquier precio y de corto alcance.
Nos han dicho que seremos los colombianos los encargados de refrendar los acuerdos. Loable pero difícil de cumplir. ¿Se arriesgarán Gobierno y Farc a dejarles a los colombianos la decisión de aprobar un proceso plagado de errores y altamente impopular? ¡Creo que no! Pero hay que estar atentos para ver qué se inventan…
El acuerdo, según el Gobierno brinda una “apertura democrática para la paz”. Preocupa que la democracia más antigua y estable de América se negocie y redefina con aquellos que tanto hicieron por destruirla.
Por último: ¿La justicia discutiría con los violadores y asesinos las penas por sus crímenes? La respuesta es un rotundo no. Es por eso que no se entiende que se les haya dado tanto a las Farc y que no hayamos recibido de ellas sino dolor y sufrimiento.
@DiegoMorita
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario. Sígueme en Twitter @DiegoMorita