La constante zozobra en la que
vivimos los colombianos me hace pensar que el año 2013 lo perdimos con una
calificación muy baja. Afortunadamente no hay forma de repetirlo, como en los
colegios, porque estos 365 días son dignos de olvidar.
Cada uno puede hacer su propio
balance, estos son tres puntos del mío:
Perdimos ante las Farc. Este
grupo terrorista logró ganar nuevamente un espacio que el Estado, en los ocho
años de Uribe, le había quitado. Hoy, son una contraparte valida y gracias al
lenguaje usado por los negociadores en La Habana parecen más un grupo de
rebeldes sin causa buscando reconocimiento que unos feroces asesinos sin escrúpulos
que hacen lo que les viene en gana mientras el país sufre, situación que poco
le importa al Presidente Santos que contrario a su promesa de que el proceso no
sería su obsesión, precisamente en eso lo convirtió y se hace el ciego ante
cada arremetida violenta, ante cada muerte de soldados y policías, ante cada
lagrima de familiares, de viudas, de huérfanos.
Perdimos ante Nicaragua. Las
pretensiones de Ortega frente a nuestro territorio son cada vez mayores. La
ofensiva diplomática de nuestro país es nula o tan secreta que nadie tiene ni
la menor idea de lo que Holguín tiene en la cabeza. Las culpas se endilgan de
un gobierno a otro y como para variar han tratado de hacernos creer que Uribe
tuvo la oportunidad de evitar este descalabro y no hizo nada. Sí, ese es el
talante del gobierno actual de Colombia.
Perdimos la confianza. Llegamos a
ser una sociedad que creía profundamente en lo que era, había esperanza y el
miedo que por años nos embargó desapareció. Volvimos a reír y a estar
orgullosos de ser colombianos. Hoy, muchas de esas cosas están en pausa. El
miedo hace parte de nuestro día a día. No sabemos por cuál camino vamos, pero
muchos sentimos que no es el correcto y aunque nos den visas por 10 años o
quiten las restricciones para el viejo continente, los colombianos anhelamos la
libertad en nuestro territorio, anhelamos la paz pero de verdad y no en el
papel y con visos de impunidad.
Y fueron muchas más las áreas en
las que perdimos: Gramalote sigue son reconstruirse, no hubo reforma a la
justicia ni a la educación, no se entregaron las casas prometidas y a los
campesinos les cumplen a medias, por citar unos pocos ejemplos. Balance flojo.
Saldo en rojo.
Por último: empezamos un año
electoral y en nuestras manos está elegir el camino para recuperar lo perdido o
buscar otro rumbo, ¿cuál será nuestra decisión?
@DiegoMorita