Están felices por estos días los opositores de Uribe gracias a los abucheos (Tunja y Soacha) a los que ha sido sometido el expresidente.
En primer lugar quisiera decir que no le veo nada de malo al tema. La oposición es necesaria en una democracia y esta se alimenta precisamente del disenso, de los contrarios.
Segundo, lo importante sería analizar cómo se han presentado estas situaciones. Uribe ha sorteado con facilidad los dos eventos, que con seguridad no serán los últimos. En Tunja escuchó a quienes tenían algo que decirle, a pesar de que la manera en que se referían a él no fuera respetuosa. Les explicó sus posiciones, qué hizo en el gobierno, por qué apoyó AIS. Ellos no escucharon, siguieron fieles el libreto aprendido.
De este episodio es extraño lo siguiente: su promotor fue César Pachón, "famoso" desde el año pasado por ser el vocero de los campesinos en el paro nacional agrario. Pero lo raro no es eso, sino que Pachón es muy cercano a Petro y un defensor del próximo exalcalde de Bogotá, incluso en la portada de la revista Semana, Pachón salió a su lado. Raro esto si nos detenemos a pensar que Petro ha estado culpando a Uribe de su destitución con el fin de beneficiar a Pacho Santos. ¿Será entonces complot lo de Pachón con Petro para desprestigiar a Uribe? No lo sé, pero aquello del complot se lo dejamos a otros que pensando en eso intentan tapar su incompetencia para gobernar.
El segundo capítulo de los abucheos se dio en Soacha. Cerca de 40 personas se hicieron presentes en el lugar de la reunión y le lanzaron tomates a Uribe. Él, que no le huye jamás a una discusión, les dijo: "Por cada tomate que me lancen o cada insulto contestaré con una propuesta de apoyo a los campesinos productores"; contundencia para desarmar a aquellos que ante la falta de ideas acuden al insulto. Lo grave aquí es que esos opositores llevaban dos bolas de billar, que de haber podido lanzarle al expresidente y lograr su cometido podían haberle causado daño, mucho daño.
Sabemos que esta campaña no será fácil. Ya lo comprobamos con las declaraciones del presidente Santos cuando tilda a Uribe de extrema derecha, lo que no podemos permitir es que la violencia se apodere de ella porque en ese momento estaríamos un paso más cerca del peligroso Castro-chavismo, o quizás más allá.
Por último: no hay que tenerle miedo al que defiende sus posturas pero sí al que lo hace escondido detrás de alguien o con un fusil en la mano, a esos son los que debemos abuchear y exterminar de nuestra política de una vez y para siempre.
@DiegoMorita
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