Más que sorprenderme por una sala secreta de contrainteligencia de nuestro Ejército, que primero fue ilegal, provocó la salida de dos generales, que después fue legal y de la cual no conocemos -ni conoceremos- sus actividades y las comunicaciones que interceptaron, lo que me sorprende, cada día más, es el nivel de incoherencia de Juan Manuel Santos y su capacidad, casi, nula, para afrontar situaciones que se le salen del libreto.
En primer lugar, hay que decir que ese cuento de que no sabía nada no se lo cree nadie; menos cuando el mismo director de la Revista Semana, Alejandro Santos, reconoció que llevaban más de un año haciéndole seguimiento a esta fachada del archi recontra espionaje. Era más fácil si de entrada, Santos nos decía que sabía lo que allí pasaba, hasta ahí hubiera llegado el tema y al otro día hubiéramos seguido hablando de la rodilla de Falcao y su, ahora, 55 % de posibilidades de llegar al mundial.
Segundo, cómo es posible que el candidato–presidente corra a hacer ruedas de prensa y a anunciar el relevo de generales solo para quedar bien y lavarse las manos. Parece que tampoco le aprendió a Uribe, que los líderes le ponen el pecho a las crisis y asumen sus responsabilidades y ante los éxitos, exaltan el valor de aquellos que ayudaron a conseguirlos. Pero no, él es feliz llevándose los aplausos (pocos, pero dirá que algo es algo peor es nada) y señalando culpables.
Tercero, ¿qué es Andrómeda? Al margen de sus posibles actividades ilegales, las cuales no podemos señalar, pues no sabemos qué hacían realmente, uno podría decir que es una herramienta absolutamente válida que posee el Estado, en este caso el Ejército Nacional (no olvidemos que es uno de los mejores del mundo), para preservar nuestra seguridad. ¿A quién le hacían seguimientos? ¿Estaban 100 % autorizados? ¿Qué se estaba haciendo con esa información? Preguntas de las cuales es muy posible que no conozcamos las respuestas y si lo hacemos, serán las que le convengan a Juan Manuel y, claro está, las que no destapen las cartas de este tipo de actividades, necesarias, implementadas por las Fuerzas Militares.
Cuarto, no es posible que en Colombia sea delito hacerles seguimiento táctico y de espionaje a los criminales. Por muchos "diálogos" que haya, las Farc no han dejado de ser unos terroristas, lo ratifican cada día, entonces ¿por qué no cuidarnos de ellos?
Por último: Juan Manuel Santos nos debe otra explicación, no la tendremos, no obstante este tipo de situaciones son las que debemos tener en cuenta el 25 de mayo cuando vayamos a marcar el tarjetón.
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