De verdad pensé que Juan Manuel
Santos se tomaría más tiempo para emitir su decisión con respecto a la
destitución de Gustavo Petro. Pensé que haría más cálculos, que indagaría más
las implicaciones en uno u otro sentido. Sin embargo, anoche me
sorprendió por lo rápido de su accionar y sobre todo porque aceptó la solicitud
del Procurador de destituir al Alcalde de Bogotá.
Pero hoy con cabeza fría me puse
a pensar que quienes no compartimos las políticas de Santos podremos tildarlo
de lo que sea menos de bruto. Él, un jugador de póquer experimentado, no muestra
sus cartas sin estar seguro de que la mano le es favorable, o en nuestro
lenguaje coloquial, no da puntada sin dedal.
Tal vez el alto gobierno conocía el
sentido del fallo que emitiría el Consejo de Estado con anterioridad y tuvo tiempo para evaluar todas las opciones. Quizás no se esperaban las medidas
cautelares de la CIDH (quizás sí) pero al no ser vinculantes ni de obligatorio
cumplimiento, eran fáciles de ignorar. Entonces, simplemente tenían que esperar
a que el Procurador radicara la carta, recibirla, unas reuniones, café,
escribir el comunicado, citar a Rafael Pardo, a la Canciller y listo, salen del
tema de manera decorosa.
La pregunta es ¿le conviene a Juan
Manuel la decisión que tomó? Cada uno la responderá de acuerdo a la interpretación
política que haga. En lo personal creo que sí le conviene.
¿Por qué?
En primer lugar porque de alguna
manera desvía la atención y el debate. Por los tiempos en los cuales se tiene
que hacer la elección del nuevo Alcalde (finales de mayo), tendremos dos
campañas simultáneas (lo cual me parece peligroso. Creo que la elección en Bogotá se debe hacer en junio), así que el país dividirá su atención y claro,
Bogotá, que pone la votación más alta para la Presidencia.
En segundo lugar, Petro ganó en
2011 con el 32% de los votos y lo logró porque los candidatos sin opción
(Parody, Galán y Luna) fueron incapaces de hacer una alianza con Peñalosa y
dividieron a los votantes. Ganó legítimamente, nadie lo niega, pero su triunfo no
fue arrollador. Eso lo sabe Santos, sabe que quienes no votaron por Petro
suman más del 50% en Bogotá y a ellos les envió un mensaje: estoy con ustedes y
quiero un nuevo rumbo para nuestra ciudad. Si logra captar esos votos
estaríamos hablando de más de un millón. Claro, siempre hay que darse la pela, bajémosle
el 50% y tenemos 500 mil votos, una cifra nada despreciable para arrancar.
Tercero, tendrá como Alcalde
encargado, en plena campaña reeleccionista, a uno de sus ministros. Esto le
otorga un poder adicional en la capital del país, en donde, sin duda, buscarán
sacar una gran cantidad de votos, debido a que en las regiones no será fácil. Obviamente
no será fácil, porque en su gobierno se olvidó de ellas.
Cuarto (y para terminar el póquer)
esto, ante los ojos de los incautos, lo muestra (a Santos) como un gobernante con capacidad para tomar
decisiones contundentes, de carácter y que quizás se pueden catalogar como
impopulares, teniendo en cuenta las medidas cautelares de la CIDH y que se
podrían llegar a presentar incidentes internacionales. No obstante, que esto lo
pudiera mostrar de una manera diferente a como la mayoría del país lo ve y eso haga
que cambie nuestra opinión, es complicado, porque un mal gobierno y nuestra
percepción no cambiará con una sola decisión.
Pero recordemos que vivimos en un
país coyuntural en el que la gente olvida fácil y se deja llevar por la marea
alta. No sé si le alcance a Santos para reelegirse (todas las cartas están a su
favor) pero con seguridad esta decisión fue tomada pensando en beneficiarse de
ella y debemos estar atentos de su paso a seguir.
PS: nada raro que en la próxima
encuesta Santos salga disparado. Nada raro que nos salga en estos días con
alguna decisión sobre San Andrés. Nada raro que su discurso frente a La Habana
se endurezca. Nada raro que su discurso frente a Uribe se suavice porque de
este gobierno ya no hay nada que nos pueda parecer raro.
@DiegoMorita
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