COLUMNISTA
DIEGO MORA ARIZA
PUBLICADO EL 19 DE NOVIEMBRE DE 2014
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Lo dijo el presidente Santos en Europa a principios de este año, sobre el proceso de “diálogo” en La Habana con las Farc: “¿Qué me preocupa? Pues que cometan un acto de irracionalidad que lo vuelva imposible de continuar, un atentado a una figura importante, algo que haga realmente explotar en mil pedazos el proceso”. Muchos le cuestionamos lo que entendía por irracionalidad, pues en medio del proceso, que en pocos días ajustará dos años de iniciado, la razón no ha sido precisamente amiga de este grupo.
Todos los días tenemos noticias de las Farc, siempre con un componente negativo y que generan dolor en Colombia. Atentados a poblaciones, voladura de carreteras, extorsiones, asesinatos de soldados, policías y población civil, narcotráfico y, por supuesto, secuestros.
Para Juan Manuel Santos nada de lo anterior fue irracional, hasta el domingo 16 de noviembre de 2014, día en que el frente 34 de las Farc secuestró al General Rubén Darío Alzate Mora, Comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán. Es difícil entender la escala de importancia que cada persona le da a ciertos acontecimientos, pero digamos que son entendibles las motivaciones del Presidente para continuar, a pesar de las nulas muestras de paz de las Farc, con el proceso y obviamente se entiende y además se apoya que haya decidido suspender la negociación, pues un General de la República secuestrado sí que es una figura importante. Claro está, para muchos de nosotros, un soldado raso o un policía con dos días en servicio también son relevantes. Pero bueno, cada cual con su escala de valores.
Hoy Colombia tiene un General secuestrado, el proceso de “diálogo” suspendido, el presidente manejando nuevamente mal una crisis, las Farc desde La Habana dejando florecer su cinismo, pero relajadas porque las órdenes de captura siguen suspendidas, y una sociedad cansada y desesperanzada al ver que la ilusión, remota, pero ilusión al fin y al cabo, de vivir en un país más tranquilo, se esfuma otra vez por la falta de voluntad de un grupo terrorista sin ninguna intención diferente a hacerles mal a los colombianos.
El respaldo a Santos, en este momento, es unánime. Eso debe alegrarle de alguna manera, pues hace mucho que no se siente cobijado por toda la sociedad, eso sí, más allá de apoyarlo en esta decisión, la más lógica que había que tomar, lo que le pedimos al Presidente es firmeza y coherencia. Llegó el momento de exigir a las Farc un cese completo de hostilidades. Basta ya de ese cuentico de que “accedimos a negociar en medio del conflicto” y querer que aceptemos que es normal decir una cosa en Cuba y hacer otra en el Cauca. No, este país merece tranquilidad y si hay una negociación, lo mínimo que deberían asegurar, mientras esta se desarrolla, es el silencio de los fusiles. Eso sería demostrar voluntad.
Ojalá de este episodio, a pesar de lo negativo que representa, salga algo bueno. Ojalá Santos comprenda que este proceso encierra algo más importante que alimentar un ego personal. Ojalá que las Farc entiendan (sé que es casi imposible) que si pretenden reincorporarse a la sociedad, esta no es la mejor manera de conseguirlo.
Por último: la culpa, absolutamente toda la culpa de este secuestro la tienen las Farc. No obstante, la forma en que este se dio genera muchas dudas. ¿Por qué estaba el General de civil, sin escolta, desarmado? ¿Por qué tomar esa lancha, dirigirse a ese lugar y no hacer caso a las recomendaciones del soldado que conducía la lancha? Y ojo, cuestionarse esto no significa estar echándole la culpa al General, simplemente no podemos seguir tragando entero. ¿Tendremos respuestas? Ya veremos...
@DiegoMorita
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