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jueves, 26 de febrero de 2015

Acuerdo 300, el limbo de Medellín

COLUMNISTA

DIEGO MORA ARIZA


       PUBLICADO EL 25
 DE FEBRERO DE 2015  
http://www.elcolombiano.com/

Escribo esta columna desde el recinto del Concejo de Medellín. Al momento de hacerlo, comienza la sesión del martes 24 de febrero en la cual se hará la votación del Proyecto de Acuerdo 300 de 2015, radicado por la administración municipal y que busca que le sean otorgadas facultades especiales al alcalde Aníbal Gaviria para, por el término de cuatro meses, “adecuar la estructura de la administración municipal y las funciones de sus dependencias, en el marco del modelo de conglomerado público y el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial”.
El proyecto ha sido polémico, no solo porque se presenta sin estudios que avalen la necesidad que en él se plantea y no está claro qué hará el alcalde con estos “súper poderes”, sino porque ha dividido a la ciudad entre quienes lo apoyan (empleados oficiales y concejales llenos de burocracia) y quienes lo rechazan (ciudadanos del común interesados por el presente de la ciudad) que se han movilizado en las redes sociales impulsando la etiqueta #NoAlAcuerdo300 y que llenaron el aforo de las tribunas del Concejo expresando su rechazo a la iniciativa.
El ambiente es tenso, los cánticos y carteles del público son vehementes y se plantean varios interrogantes: ¿si se aprueba este acuerdo, qué harán los concejales cuatro meses? ¿Van a privatizar EPM? Van a permitir que el alcalde entregue el patrimonio público de nuestra ciudad en bandeja de plata a las empresas privadas? Algunos otros dicen: Medellín no se vende, alcalde Gaviria retire este proyecto. Por otro lado, el apoyo al concejal Juan Felipe Campuzano, que ha liderado el rechazo a estas facultades se ha hecho explícito al momento de su entrada al recinto, cuando los asistentes lo ovacionaron y lo felicitaron por su posición. Cabe recordar que en 2012, fue el único que votó negativo la modernización de la administración.
Las cuentas son claras, hasta el momento, 15 votos por el sí y 5 votos por el no. Importante resaltar a los corporados que se oponen (ojalá obrara un milagro en algunos que van a votar positivo y se revirtiera la fija aprobación de este acuerdo, aunque es casi imposible, estamos en Colombia), estos son: Miguel Quintero, Luis Bernardo Vélez, Yeferson Miranda, Bernardo Guerra y Juan Felipe Campuzano.
La expectativa es grande, el recinto está lleno, no solo en sus tribunas sino en el hemiciclo, abarrotado de comunidad inscrita para intervenir, asistentes de concejales y medios de información en busca de la noticia, o quizás de pelea. En el ambiente pulula la idea de que este acuerdo pone en peligro el carácter público de Empresas Públicas de Medellín, la administración se defiende y dice claramente que en el texto aprobado ha sido blindada, pues el parágrafo segundo del artículo dos, dice: “se excluyen de las facultades concedidas en el presente artículo las entidades descentralizadas que se rigen por la Ley 142 y 143 de 1994”. Eso sí, la suspicacia queda latente porque también escuchamos alguna vez que UNE no se privatizaría y ya sabemos que pasó.
Treinta personas se inscribieron para intervenir, todas rechazaron la aprobación del proyecto, la ciudadanía activa se pronuncia pero la administración no la escucha, porque infortunadamente esta solo sirve en época de elecciones, se tiene en cuenta siempre y cuando represente un voto.
El proyecto será aprobado, termino esta columna sin que se haya votado, pero es claro que el alcalde Gaviria ya tiene los votos contabilizados desde hace rato. Desde mañana (hoy) tendrá plenas facultades para hacer lo que le plazca sin dar muchas explicaciones, ¿autoritarismo entregado por la democracia?
Por último: a 10 meses de entregar el poder, Aníbal Gaviria tiene 4 meses de libertad total, concedidos por los encargados de hacerle control político, ¿en qué momento llegó Medellín a este estado tan deplorable de política? Caminaremos por sendas duras y será difícil lo que vendrá, en octubre los medellinenses tendremos que cobrar las cuentas pendientes, no podemos equivocarnos de nuevo.
@DiegoMorita

jueves, 19 de febrero de 2015

Círculo vicioso

COLUMNISTA

DIEGO MORA ARIZA


       PUBLICADO EL 18 DE FEBRERO DE 2015  
    http://www.elcolombiano.com/

“Describe un círculo, después acarícialo y se convertirá en un círculo vicioso”.
Eugéne Ionesco
Dicen los que saben que ningún proceso de paz exitoso en el mundo ha llevado a la cárcel a aquella parte que buscaba reincorporarse a la sociedad. Con este postulado, los que supuestamente “saben” en Colombia, intentan vendernos la idea de que tendremos que tragarnos unos sapos si queremos que los “diálogos” entre gobierno y Farc lleguen a buen puerto, entre ellos, que no pasen ni a tres cuadras de ninguna cárcel en el país.
Todos queremos que las Farc se acaben (acabarlas sería mejor), que dejen de asesinar, secuestrar, destruir física y mentalmente a Colombia, pero está muy claro que la supuesta paz, o para ser más exactos, la desmovilización de este grupo terrorista y narcotraficante, nadie, o casi nadie, la quiere a cualquier costo. Los colombianos sensatos no esperamos una firma, que se estrechen las manos y la foto en los diarios con el anuncio del acuerdo, olvidándonos así de cincuenta años de barbarie como por arte de magia. No, eso no lo vamos a aceptar. ¿Se pueden hacer concesiones? Sí, nuestra historia las respalda, pero tampoco se puede permitir feriar la poca dignidad que le queda al país.
¿En qué se convierte Colombia si los criminales de las Farc no pagan al menos un día de cárcel? Sencillo, en un país sin capacidad para cerrar sus heridas y con el resentimiento a flor de piel. ¿Qué impedirá que se repita la historia que llevó al exterminio a la Unión Patriótica? ¿Cómo evitar que un sector de la sociedad en desacuerdo, se arme y trate de hacer justicia por su propia mano? Y es que ya lo hemos vivido, por lo cual la posibilidad de repetirlo no es descabellado, no olvidemos quiénes somos y nuestra naturaleza.
Es claro, jamás será bien recibido un grupo de personas que se especializaron en cometer los mayores vejámenes posibles y que no los reconocen, no piden perdón por ellos y no reparan (o al menos hacen el intento) a sus millones de víctimas. Márquez y su corte lo que quieren es quitarse el camuflado y cambiarlo por un espacio político, que creen haberse ganado, pero que no es más que la definición de su cinismo con el que quieren borrar el pasado criminal que han construido con la sangre derramada de colombianos inocentes.
Hace unos días el procurador Ordóñez propuso que las Farc pagaran cárcel en otro país. “Hay que buscar fórmulas imaginativas. Una podría ser que cumplan su pena en una cárcel en el extranjero complementado con otro elemento ante la jurisdicción internacional (...) con verificación de la Fiscalía y la Corte Penal Internacional”. Aunque no es lo ideal, es una opción que puede ser considerada y que sería viable. Eso sí, con seguridad la idea en La Habana no será tomada en consideración.
Por último: las Farc y el gobierno Santos deben entender que nuestra sociedad no está preparada para el “punto final” (como lo propone el expresidente Gaviria), hemos sufrido mucho –suficiente- como para olvidar. Busquen las alternativas, propónganlas, debátanlas, pero entiendan que los delincuentes deben pagar por su crímenes y si es con justicia (la del Estado), mucho mejor.
@DiegoMorita

jueves, 12 de febrero de 2015

De tumbo en tumbo, perdemos el rumbo

COLUMNISTA

DIEGO MORA ARIZA


       PUBLICADO EL 11 DE FEBRERO DE 2015  
   http://www.elcolombiano.com/

De extremo en extremo y de tumbo en tumbo, Colombia atraviesa una coyuntura que nos aleja de la mente aquella posibilidad de pensar en que la paz está cerca.
Es claro, sea lo que sea que salga de La Habana entre Gobierno y Farc, no representa el paso a un estado de tranquilidad, merecido, de los colombianos. En Cuba solo se está negociando desmontar un nombre, una estructura armada y criminal, nada más; por eso pensar en palomas blancas y todos caminando juntos tomados de las manos es un absurdo, digno solo del país en el que prevalece el realismo mágico (¿trágico?).
Julio Sánchez en la W repite mucho una frase, según él de autoría de Roberto Pombo, “para lograr la paz, primero hay que hacerla en Bogotá” (refiriéndose a la clase política); y tiene toda la razón, aquí no podemos estar hablando de reconciliación y del país que queremos, si primero los opositores (sea cual sea el bando) no logran ponerse de acuerdo en unas normas básicas de respeto.
“Santos acusa al uribismo de ‘mentir, mentir, mentir’”, es el titular de El Tiempo al momento de escribir esta columna. El Espectador no se queda atrás: “Oposición de extrema derecha ha asumido la estrategia de presentarse como perseguida política” y El Colombiano señala: “Santos dice que oposición traspasa límites cuando alega falta de garantías”.
Por supuesto, estas infortunadas palabras del Presidente Santos, provocaron una respuesta del expresidente Uribe, que en una serie de 12 trinos le pidió explicaciones sobre varios temas que generan dudas en la opinión pública nacional. Resalto uno de ellos: “Santos dígame fascista o como quiera pero no enrede con contratos al Dr. Antanas Mockus”.
Ese es el nivel de la confrontación política en Colombia, ataques van y vienen. Uno llama al otro “fascista” y le responden con “castrochavista”. Entiendo que cada uno defiende lo suyo, su posición y la visión de país que tiene, eso hacemos todos en algún momento, proteger aquello en lo que creemos, la pregunta es ¿cómo lo están haciendo es correcto y le conviene a la mayoría?
No hay forma así de construir consenso y mucho menos paz, pero digamos que eso podría ser lo menos grave. Cada día miles, millones de colombianos demuestran no estar preparados para desarmar su alma. Aquí matan por robarse un celular, una bicicleta o por una disputa de tierras masacran a cuatro niños mientras duermen.
Y hay carteles del narcotráfico, del pañal, del papel higiénico, de la contratación, para mover hojas de vida y para cualquier cosa que nos podamos imaginar que implique quebrar la ley para sacar un beneficio personal, quizás suena exagerado pero es real porque it’s Colombia not Columbia.
Y vemos la guerra del centavo entre conductores de bus, que se olvidan que transportan seres humanos, taxistas que agreden a sus pasajeros, motociclistas que se creen dueños de la vía y particulares que no respetan una señal de tránsito tan sencilla como la de Pare.
Y la violencia intrafamiliar es permanente, el maltrato a los niños es pan de todos los días y la intolerancia es la cualidad número uno de algunos.
Son muchos más los temas en los que fallamos como país que nos lleva a repetir hasta el cansancio, aunque suene trillado que por eso estamos como estamos, porque no hay forma de creer que con nuestra forma actual de pensar, y actuar, podamos cimentar las bases de un Estado mejor.
Por último: tiene razón Pombo en su frase, pero mientras el resto del país no asuma el rol que tiene en la construcción de una sociedad sana, las peleas de la clase política será de lo que menos tendremos que preocuparnos en los años venideros. Que Dios nos coja confesados...
@DiegoMorita

jueves, 5 de febrero de 2015

Uribe y el "uribismo"

COLUMNISTA

DIEGO MORA ARIZA


       PUBLICADO EL 04 DE FEBRERO DE 2015 
  http://www.elcolombiano.com/

Negarlo sería una incoherencia que jamás me perdonaría: admiro y respeto a Álvaro Uribe Vélez.
Le agradezco todo lo que hizo por el país, el cambio estructural que produjo su obra de gobierno en la mentalidad de los colombianos, la mejora en la seguridad, el cambio positivo del nombre de Colombia ante el mundo y haber recuperado la confianza en nosotros mismos; esos serán logros que jamás podrán borrarse y que estarán atados siempre a su nombre.
Cuando se rumoraba que sería candidato al Senado de la República, tuve la oportunidad de expresarle mi posición al respecto y le dije, si la memoria no me falla, que no se presentara, que ya le había cumplido al país y que se dedicara a descansar y a disfrutar de su nieto. Obviamente mi opinión no fue tenida en cuenta y se convirtió en el senador más votado de la historia, pues tenemos claro que todos los sufragios que obtuvo la lista que encabezó eran suyos. Y sí, voté por él.
Hoy sigo admirando y respetando al Presidente Uribe, pero debo confesar que no estoy tan de acuerdo con el senador Uribe. Quizás sea producto de mi discrepancia sobre su aspiración (así lo apoyara), pero también porque siento que la oposición que hoy en día su partido le hace al gobierno de Santos no es la que Colombia necesita.
El Centro Democrático se perfilaba como el primer partido de real oposición del país. Con el debido respeto del Polo, su ejercicio opositor nunca ha sido válido, pues decirle que no a todo solo porque viene del lado contrario no aporta a la democracia. Uribe y sus veinte sombras en el Congreso, recibieron un mandato popular soportado en una ideología clara y en una tendencia que se ganó un lugar en la política del país, el “uribismo”. Mi voto por esa lista fue de confianza, quería ver cómo desde una posición de desventaja frente al poder, ayudaban en la construcción de un mejor país.
Hoy no veo eso por ninguna parte. Estoy seguro de que todas sus actuaciones tienen las mejores intenciones, pero una oposición a punta de carteles, una crítica porque sí y porque no al gobierno, rechazar cualquier posibilidad de buscar puntos de acuerdo en temas neurálgicos y acusar a Santos hasta del Chikunguña, me parece que no es lo que este país necesita ni merece, mucho más si viene de la tendencia política que ostenta el 49% de Colombia.
Uribe responde por Uribe ¿quién responde por los uribistas? Me he salido y quitado ese rotulo, no porque vaya a denigrar del expresidente, sino porque sus seguidores se han convertido en un grupo de intolerantes, a quienes no les sirve nada ni nadie que les lleve la contraria. Quien exprese una opinión diferente a la suya es fácilmente tildado de “enmermelado”, “castrochavista” o “terrorista” y lo digo porque ya me pasó en la campaña presidencial cuando dije que no apoyaba a Zuluaga. ¿Esa es la contribución que le quieren hacer a la sociedad a nombre de Uribe? No creo que aporten mucho así y lo único que logran es polarizar más a un país ya suficientemente polarizado.
Por último: admiración y respeto siempre para Álvaro Uribe Vélez, apoyo a sus aciertos y crítica en sus errores (que últimamente son muchos) y la exigencia, obtenida por el voto de confianza, de que su oposición se dedique a construir el país que tanto queremos y no a destruir a Juan Manuel Santos.
 @DiegoMorita

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