COLUMNISTA
DIEGO MORA ARIZA
PUBLICADO EL 08 DE
JULIO DE 2015
http://www.elcolombiano.com/
La coherencia debería ser un valor inamovible de aquellas personas que se dedican al arte de la política. Pensar, y actuar de acuerdo a ello, tendría que ser una obligación, algo natural, que fluya sin problemas.
Y es que hacer política debería ser una vocación y no un escape o un medio para conseguir dinero. Así como alguien estudia cinco años para poder construir edificios o para dedicarse a llevar procesos penales, quien desee hacer de la política su profesión, debería cumplir con unos requisitos mínimos y no solo ser natural del país o tener cierta cantidad de años.
Ahora que se acercan las elecciones regionales, estamos siendo testigos de cualquier cantidad de situaciones que tienen que llamarnos la atención y llevarnos a la acción, porque no podemos seguir permitiendo que en Colombia pase de todo pero no pase nada. Cada una de las actuaciones de los partidos políticos y de sus representantes debemos mirarlas con lupa y con base en ellas ser capaces de tomar una decisión.
Los ciudadanos tenemos una obligación mayor a la que tienen los políticos, en nuestras manos están las decisiones y ellas deben basarse en nuestras creencias y además, en el comportamiento de quienes nos piden el voto. La lealtad a los partidos es importante pero esta no debe confundirse con ser ciego ante lo que, en la colectividad que nos gusta, sucede. Debemos tener el criterio suficiente para reconocer cuando las personas que admiramos se equivocan y tenerlo en cuenta al momento de estar en las urnas.
Todas estas malas jugadas, interpretaciones amañadas de estatutos y viejas prácticas politiqueras (esas mismas que tanto critican quienes más las usan) tienen que llamar nuestra atención y servir de insumo para evaluar a aquella persona que nos pide apoyo, sus calidades y cualidades, porque no podemos seguir votando por una imagen o por un recuerdo. La política es del presente, el pasado no va a regresar a solucionarnos los problemas.
En Colombia necesitamos cambiar nuestros hábitos políticos, ser analíticos en época electoral, cuestionar a los candidatos, medir su nivel de conocimiento. Deberíamos estar en la capacidad de reconocer al politiquero que aparece solo cada cuatro años y cuyas promesas son imposibles de cumplir y a aquel que tiene de la política su mejor arma para cambiar a la sociedad, que la usa para servir y no para servirse.
Es difícil, muy difícil. Colombia es atípica en casi todo y la política ocupa uno de los primeros lugares. Aquí se vota por el candidato que va a ganar, por el que más afiches pega o por el que más caro paga el voto. En octubre, seguro muchos votarán por el que hizo más alianzas (no importa con quién), por el que cambió de ideología sobre la marcha para subir en las encuestas o por el candidato que el gamonal del pueblo les impuso. Esa fue, es y será nuestra política hasta que decidamos cambiarla.
Por último: hay que evaluar a los partidos políticos y a sus candidatos, analizar quiénes son y por qué están allí, cuáles son sus méritos. Preguntarnos: ¿cómo llegó a ese lugar, se lo ganó o es hijo de alguien importante? ¿Qué ofrece y qué tanto lo necesitamos? Las elecciones deberían ser un espacio de reflexión ciudadana que nos lleve a tomar las mejores decisiones. Cuestión de cada uno, cuestión de todos.
@DiegoMorita
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