Ella se burlaba de él. Con
ironía, en cada corto encuentro, le decía: - eres un fracasado, nadie te mira
porque haces daño y a mí, por el contrario, me aman, incluso me regalan.
Cierta tarde, él, que siempre fue
paciente, respondió: - sí, a ti te adoran, pero el dolor que causa el amor
cuando se rompe un corazón jamás será tan fuerte como el que yo puedo
ocasionar. Ella, dejando escapar una lágrima, se negó a salir esa noche. Él,
feliz, se fue a iluminar el otro lado del mundo.
Fue la última conversación que
sostuvieron la luna y el sol.
@DiegoMorita
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