Título original: De la mente criminal de algunos y la falta de sentido común
de otros
Alguna vez le pedí al periodista colombiano Gustavo Gómez, actualmente
director de 6AM Hoy por Hoy de Caracol Radio, que grabara un video corto en el
que aconsejara cómo combatir las noticias falsas. Por aquella época impulsaba,
desde la Alcaldía de Rionegro, una campaña para mitigar el impacto que estas
nos generaban en el gobierno, pues eran ampliamente utilizadas por la oposición
y muy creídas por los ciudadanos incautos. Gustavo me respondió algo así: el
mejor consejo es el sentido común. Nunca mandó el video. Lancé la campaña de la
mano de algunos periodistas, pero al final el día a día nos absorbió y poco
empeño le pusimos. Las fakes news en Rionegro siguieron su curso, el alcalde
Andrés Julián se ganó insultos de un sector de la población que se las creyó,
pero al final, con comunicación seria, enfocándonos en nuestro mensaje e
impidiendo que nos pusieran la agenda logramos sacar adelante la gestión. El
mejor indicador fue que la continuidad ganó las elecciones. Yo me he dedicado a
profundizar en el tema y ya se convirtió en una tesis de mi maestría y sigue en
avance en otra de la cual estoy esperando correcciones de los asesores. Es un
tema con mucha tela por cortar y hoy, en tiempo de crisis por una pandemia, sí
que podemos evidenciarlo.
Para empezar, deberíamos dejar de llamarlas noticias falsas. Esto por
una razón muy sencilla: si no es verdadera, no es noticia. He optado por
llamarla, en la medida de lo posible, información falsa, desinformación o
posverdad. Esto porque apelan a las emociones distorsionando de forma
deliberada la realidad.
¿Qué son? Básicamente mensajes cargados de un alto contenido emotivo
que permite a los receptores afianzar creencias y por ende otorgarles
veracidad. Tienen titulares llamativos, palabras escogidas con cuidado y
generalmente una alarma, un llamado a la acción. Es importante tener claro que
no solo son difundidas por los medios tradicionales (radio, televisión, prensa)
sino, y en mayor medida, en plataformas digitales. Las cadenas en chats son en
la actualidad su canal favorito y el que mayor impacto está generando. Cuando
se difunden por WhatsApp se convierten en una bola de nieve, repleta de
mentiras, imposible de parar cuando coge impulso.
La proliferación de información falsa, práctica que no es nueva (solo
basta remontarse a la antigua Roma para darnos cuenta de que hace dos mil años
ya se difundía) nos lleva también a reflexionar y mucho más en medio de la
crisis actual que ha desatado la pandemia producto del COVID-19. La información
engañosa puede generar pánico y muertes. No es un juego y por eso hablo de un
proceder criminal cuando alguien es capaz de inventar que los venezolanos en
Medellín (Antioquia – Colombia) pueden ir a recoger dinero en efectivo a la
Alcaldía, o que los adultos mayores deben salir de su aislamiento a reclamar un
subsidio. Y eso, por citar dos ejemplos que puede no sean tan graves.
Pero no solo en Colombia inventan información con fines
desestabilizadores. En Brasil dijeron que el Presidente, Jair Bolsonaro, tenía
coronavirus y en Sinaloa, México, circuló la advertencia de que nadie podía
salir a la calle porque helicópteros de la Fuerza Aérea esparcirían
desinfectante para combatir el virus (también llegó esa cadena de
desinformación a Rionegro, Antioquia). Y ni qué decir de la cantidad de
falacias que han publicado sobre el mismo virus: que se combate comiendo mucho
ajo, que muere en climas cálidos, que la barba aumenta la probabilidad de
contagio porque no permite que la mascarilla quede bien puesta (ver a los
médicos españoles barbados debería ser prueba de la mentira) o que fue creado
en un laboratorio chino. Ejemplos hay por montones, no sé si suene exagerado
decir por millones, y es imposible parar su creación, difusión e infortunada
credibilidad.
La responsabilidad de quedarnos en casa, lavarnos las manos y
aislarnos es de todos. Si cada uno aporta, la propagación del virus disminuirá
y la curva se aplanará pronto. También es nuestra responsabilidad no contribuir
a la difusión de información falsa. Sé que es más fácil reenviar el mensaje que
buscar en Google si lo allí descrito ya fue publicado por algún medio serio o
compartir una foto sin hacer búsqueda inversa. Sí, la pereza a veces nos hace
obrar de cierta manera, pero verificar solo nos toma un minuto. Si lo hacemos,
si paramos la cadena le estaremos haciendo un favor muy grande a la sociedad.
Juntos podemos mitigar el impacto de la información falsa. Solo
necesitamos poner en práctica algo muy sencillo: nuestro sentido común.
Diego Mora
@DiegoMorita
P.S.: los grupos
de WhatsApp familiares, esos que cada mañana envían oraciones e imágenes de
buenos días, probablemente sean los que más cadenas con información falsa
reenvían. Es triste decirlo, más cuando se procura combatir y mitigar este
tema, pero recién termino de escribir esto y recibo un mensaje, bastante largo,
en el que se describe que el virus es una creación planeada de China, que ya
tenían el antídoto pero que lo propagaron para obtener beneficios
económicos porque al bajar los precios ellos compraron barato, que la
construcción rápida de hospitales tenía que estar organizada con antelación y
otras cosas más. Ahí está la prueba de lo fácil que es difundir este tipo de
información y más sencillo aún, que mucha gente se la crea.
Repito: tenemos un reto muy grande y difícil por delante. Tenemos
también la solución: nuestro sentido común.
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