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sábado, 9 de mayo de 2020

Duque pone la otra mejilla

El viernes 8 de mayo, el periódico El Espectador de Colombia, publicó su editorial titulada “Una cachetada de Presidencia a los colombianos” que puede leerse aquí: https://bit.ly/3ch9uB2

 

Al final dicen ¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com. Eso hice, pero mi pesimismo indica que no será publicada y por eso la pongo por acá.

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Duque pone la otra mejilla

 

El funcionamiento del Estado no se puede detener. Ni con un virus mortal circulando, ni con terroristas acabando poblaciones, ni con narcotraficantes poniendo bombas en aviones. El Estado debe continuar con su función en época de vacas flacas o gordas. ¿Qué sería de nosotros los ciudadanos si esto no fuera así?

 

El gobierno de Iván Duque, a pesar de lo que dicen las últimas encuestas, continúa en su acumulado con una baja popularidad. Es normal que en época de crisis haya unión y se arrope a quienes deben guiarnos en este duro camino que ha sido, es y será superar la crisis producida por el COVID-19. Pero, para algunos, es imperdonable que Duque, el 8 de agosto de 2018, no hubiera solucionado los problemas estructurales del país, esos mismos que vienen de décadas en las que los gobiernos de turno miraron para otro lado y no hicieron nada. Y es tan imperdonable, que estratégicamente impulsaron y llevaron a la calle a los estudiantes, sindicatos y sectores de izquierda. Hoy, en medio de esta crisis que no sabemos cuándo acabará, ya algunos hablan de salir de nuevo a protestar. ¡Ni modo, esa es la democracia!

 

Ese acumulado bajo es lo que de entrada crucifica cualquier decisión del gobierno y aquí dejo por fuera el manejo de la pandemia. $10 mil millones para comprar camionetas parece que es mucho y un gasto innecesario en este momento. Pero si la decisión se hubiera tomado hace un año o a mediados del próximo, igual habría generado polémica. Aquí el problema, para la oposición, no es la compra ni los recursos sino quién la ordena.

 

Por otro lado, un contrato de $3.350 millones para la “definición e implementación de la estrategia de imagen y posicionamiento online del presidente”, es muy poca plata para armar semejante escándalo. O acaso cuánto gastan Bogotá o Medellín en lo mismo. Tal vez los objetos no sean iguales, pero sí los alcances. Cada gobernante necesita estar vigente y comunicar (la mayoría solo informa) su gestión. Si no se muestra es porque no se hizo y más en Colombia, en donde los ciudadanos poco consumen comunicación pública, entonces toca “a las malas” hacer llegar el mensaje ya sea por los canales tradicionales o por las redes sociales. Ah y no puedo dejar de lado que cualquier gasto en comunicaciones tendrá quienes lo critiquen, porque siempre parecerá innecesario. ¡Cómo si no fuera fundamental para cada cosa que hacemos en nuestra vida tener un buen proceso de comunicaciones! Los que nos dedicamos a esto tenemos todos los días que reivindicar la profesión, tarea nada fácil pero que siempre será apasionante.

 

De nuevo, juega en contra del gobierno el momento de suscribir el contrato. Pero, repito, el Estado no se puede detener. Hay rubros que se destinan para cosas específicas e invertirlos en otra cosa puede ser considerado un delito por la Contraloría. Decir que podían destinarse para algo más, es apresurado y seguro equivocado. ¿Acaso ustedes usan la plata del arriendo para mercar y pagar Netflix?

 

Duque ha manejado muy bien la crisis actual, con altura antes los ataques despiadados y la mala intención de quienes añoran que le vaya mal. Afronta el día a día con valentía y le pone la otra mejilla a quienes lanzan golpes por doquier para intentar derribarlo. Podemos estar en desacuerdo con algunas decisiones pero las acatamos. No es el momento de buscarle la caída y criticarle al gobierno que siga adelante en su funcionamiento. Claro, a papaya dada papaya partida y esto será caldo de cultivo para quienes les importa más su ego personal que el bien general del país.

 

Diego Mora

@DiegoMorita

 

jueves, 7 de mayo de 2020

Podcast - capítulo 4 Retos y enseñanzas comunicacionales que nos deja el COVID-19

Conversamos con Diana Carvajal, Coordinadora de Asuntos Municipales de Asocolflores, Juan Pablo López, periodista político en Noticias RCN, y Juan Jose Aux, Secretario de Comunicaciones en la Alcaldía de Medellín. ¿Cómo afectan las fake news? ¿Ha sido fácil ejercer el periodismo en esta crisis? ¿Las organizaciones están comunicando bien? ¿Ha sido oportuna y transparente la comunicación?

¡Bienvenidos!




Diego Mora

@DiegoMorita






lunes, 4 de mayo de 2020

Una nueva normalidad

El anhelo no debería ser regresar a la normalidad. ¿Estamos seguros de querer volver a lo que éramos antes de la pandemia? ¿Al egoísmo, al individualismo, a la falta de solidaridad, al daño permanente de la naturaleza, al consumismo desmedido? Sí, me refiero a la generalidad negativa, porque lo bueno no se cambia. Si funciona, déjalo como está, dicen por ahí.

Contadas excepciones -gente sin remedio, eso sí por miles y en todas partes, pero no importa-, hemos aprendido la importancia y necesidad de darle, como humanidad, otra orientación a nuestras prioridades. Nos dimos cuenta, o mejor dicho ratificamos, que lo más importante es tener salud. De nada sirven 10 carros en el parqueadero, propiedades por todo el mundo y ropa para cada día del año, si estás enfermo y nada puedes disfrutar. Volver a lo esencial, a lo básico, entregarle el poder a lo simple es nuestra ruta de escape de esta telaraña en la que nos habíamos metido voluntariamente. Telaraña sin valores, sin principios. Telaraña asquerosa que llamamos felicidad o tendencia o estar a la moda.

Nuestra vida no volverá a ser como antes y afortunadamente es así (los que eso quieren allá ellos). Este golpe del destino -si eso existe- tiene que servirnos para algo. No puede ser posible que después de aprender a vivir con lo que no tenemos queramos salir, como si fuéramos hormigas huyendo del fuego, a conseguirlo. Nos mandaron un mensaje, alguien o algo, y sería una falta total de sentido común no recibirlo, no analizarlo y no actuar en consecuencia.

No quiero decir que todo debe cambiar (si nos reinventamos todos quedamos igual, ¿no?), habrá cosas que tengan que hacerse como siempre. Por ejemplo, manejar nuestro carro, echar gasolina, insultar al imbécil que se atraviesa y le importa cinco causar un desastre, etc. Al final a lo que me refiero no es a nuestro proceder material sino al espiritual. Este virus debería ayudarnos a ser mejores personas. No es fácil, implica cambiar nuestra naturaleza, desde adentro, desde el alma -si eso existe- y no solo, como ahora, nuestro comportamiento.

Y es que las muestras actuales de cambio, me late que son más una moda que una realidad. Eso de aplaudir, de las clases gratis por redes sociales o de la unión de artistas para hacer conciertos tendrá que acabarse y no dejarán nada. Lo que sí puede dejar algo es pensar más en el prójimo, ayudar realmente, y no para la foto, a quien lo necesita, ser conscientes de que debemos cuidar el medio ambiente, aplicar la suma de individualidades para que el colectivo crezca. Eso es lo que necesitamos porque al final ahí está el verdadero cambio.

La pandemia no acabará con la maldad. Los bandidos seguirán en lo que mejor saben hacer -daño-. La corrupción seguirá rampante. Eso no cambiará en 2020, así como no cambió en 1918 con la gripe española, y tampoco cambiará en 2100. Lo que sí puede cambiar es nuestra forma de enfrentarnos a estos males para tratar de mitigarlos, pero eso será tema para después o para acuñar la frase de moda: “ustedes no están preparados para esa discusión”. Ja, ja, ja.

Los mejores deseos para todos. Creo que desde el 11 de mayo, en Colombia, acabará el aislamiento preventivo obligatorio inteligente pues no tiene sentido seguir alargando el encierro. El gobierno ha hecho todo lo que está a su alcance por protegernos y muy bien, ahora nos toca a nosotros, a cada uno, seguir por ese camino permanente y a largo plazo del autocuidado: tapabocas permanente, máscara que cubra todo el rostro de ser posible, distancia social y buen lavado de manos. Si acatamos con agrado estas recomendaciones podremos salir de nuevo a las calles y crear una nueva normalidad.


Diego Mora
@DiegoMorita

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