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jueves, 15 de enero de 2015

Libertad de expresión y terrorismo

COLUMNISTA

DIEGO MORA ARIZA


       PUBLICADO EL 14 DE ENERO DE 2015 
  http://www.elcolombiano.com/

Con lo sucedido la semana pasada en Francia, se ha desatado una discusión sobre la libertad de expresión, pues el asesinato en el semanario satírico Charlie Hebdo fue considerado como un ataque a esa libertad de la que gozamos, por derecho, todos los seres humanos, sin importar nuestro credo, raza, nacionalidad o lo que sea. Obviamente, en algunos países controlados por regímenes esto no se cumple a cabalidad, pero digamos que en el planeta es algo de lo que la mayoría puede hacer uso, incluso a través de caricaturas que puedan resultar ofensivas para ciertas personas.
Tengo claro algo que desde muy pequeño me enseñaron, que mis derechos terminan donde empiezan los de las otras personas. Es una regla básica que se debe cumplir, porque todo en la vida tiene un límite, incluso los derechos consagrados en las constituciones o en la Declaración Universal, así que no se debe transgredir esa frontera, por mucha libertad que tengamos.
Y el derecho a expresarnos no está exento de esta regla. Podemos hacerlo en cualquier momento y a través de los canales que tengamos disponibles para ello, pero siempre se debe mantener el respeto por los posibles receptores de nuestro mensaje. ¿Se imaginan ustedes cómo estaría este mundo si no existieran ciertos límites? Si con ellos vigentes estamos como estamos, es inimaginable lo que estaríamos viviendo de no tenerlos.
El mundo, coyuntural como le gusta, se volcó a apoyar al pueblo francés, a resaltar la libertad de expresión y a apoyar su persecución al terrorismo. Fuimos testigos, de nuevo en vivo y en directo (al mejor estilo de la guerra en Irak), del cerco a los dos criminales que asesinaron trece personas, sabíamos cómo acabaría la entrada de la policía a la imprenta en la que se refugiaron pero igual seguimos atentos el desarrollo de la operación, que fue todo un éxito. Y es que al terrorismo se le combate de frente y sin titubeos, Francia y la comunidad internacional lo dejaron claro, porque la amenaza que representan los grupos extremistas, cualquiera de ellos, es real y no permite un pestañeo.
Y quedó claro el compromiso mundial para enfrentar al terrorismo (seguridad colectiva), pero ¿y la discusión sobre la libertad de expresión? ¿Dónde y para dónde va? ¿Puede una revista o un periódico publicar contenido que resulte ofensivo para un sector de la sociedad haciendo uso del derecho a expresarse libremente? Sé que es un debate complejo e infinito, pero hay que seguirlo dando para que no olvidemos que cualquier ámbito de la vida, como ya mencionamos, tiene un límite, incluso la libertad.
Por último: derechos y deberes, tan sencillos de entender y aplicar, están ahí pero muchos los recuerdan solo cuando les conviene, sobre todo los primeros. Esta coyuntura en Francia, y que es mundial al fin y al cabo, los pone sobre el papel para que el ser humano entienda (ojalá lo haga de una vez por todas) que no existen los unos sin los otros y que ambos son obligatorios, no opcionales.
@DiegoMorita

lunes, 30 de julio de 2012

Sobre el Cauca


Creo profundamente en el Estado como máximo estamento de la sociedad, un Estado que se construye y fortalece a través de los procesos culturales de sus habitantes.

Colombia es un Estado Social de Derecho, que garantiza, en la medida de lo posible, los  derechos fundamentales promulgados en la Constitución con el fin de  evitar la desigualdad  y  que se atente contra la dignidad humana. También somos la democracia más antigua y estable del continente, lo que nos brinda una oportunidad invaluable ante nuestros compatriotas y el mundo, de superar los inconvenientes que por años hemos padecido.

Las últimas semanas no han sido fáciles para el país. Aunque la atención de los ciudadanos y los medios de información se ha concentrado en el departamento del Cauca. Es muy triste decirlo, pero la situación allí no es nueva. A través de los años se han presentado confrontaciones, no obstante, lo hechos recientes se salen de toda proporción.

Por encima del Estado no existe nada ni nadie que pueda usurpar sus obligaciones y menos con el uso de la fuerza como instrumento. El respeto a la institucionalidad es un deber innegociable de nuestra sociedad y de cada uno de sus ciudadanos, sin importar su raza o su color de piel, sus creencias o estrato social.

Los indígenas en nuestro país gozan de un tratamiento especial, derecho que han adquirido y que se encuentra consagrado en nuestra Constitución y que el Estado colombiano procura cumplir a cabalidad aunque es imposible negar que se ha fallado y que la deuda con esta comunidad aumenta con el paso de los días.

Sin embargo, esto no le otorga a la comunidad indígena ningún derecho a sentirse superior al Estado. Es inconcebible e inaceptable que se exija a modo de “ultimátum” el retiro de la fuerza pública de alguna zona del país y que se pase al uso de la fuerza, monopolio que solo ostenta el Estado, para hacer efectiva esa exigencia.

Repito, por encima del Estado no existe nada ni nadie, por eso quiero expresar mi apoyo firme e irrestricto a nuestro Ejército Nacional, uno de los mejores del mundo, en su accionar en el departamento del Cauca que se ha mantenido respetuoso de la ciudadanía y de la comunidad indígena, a pesar de haber sido victima de atropellos y humillaciones.

Considero que debemos continuar, en Colombia, por el camino de combatir la ilegalidad, la corrupción y esa cultura que nos ha llevado a creer que cada uno puede hacer justicia por su propia mano. El fortalecimiento de las instituciones es fundamental para que la ciudadanía retome la confianza en ellas, el uso de la fuerza contra el Estado no debe ser una opción latente entre sus ciudadanos, debemos derrotar ese imaginario social que nos hace creer que podemos conseguirlo todo a cualquier precio.

Todos debemos trabajar por garantizar el cumplimiento de nuestros derechos pero también tenemos que cumplir nuestros deberes como ciudadanos colombianos. Esa es la tarea!

@DiegoMorita

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